miércoles, 11 de junio de 2008

Tarot

Como ocurre ahora, que todo está revuelto y a punto de estallar, ni la ciencia, ni la razón, ni la medida bastan. Buscamos otras explicaciones, los sentimientos se radicalizan y el buen gusto oscila entre el derroche y la contención más extremados y ridículos. Esta situación se puede dar a nivel general (social) y a nivel personal, cuando ambos niveles coinciden es la bomba.

En plena depresión norteamericana, un circo de esperpentos sobrevivía, a base de magia y oscurantismo, en los estados del sur. Nada que ver con mi historia. O sí. Ayer, mi amigo V., actor, cantante, bailarín, saltimbanqui y titirifláutico, vino a buscarme a casa. A mí ya me conocéis. Los dos juntos, un circo. V. me propuso acompañarlo a su clase de Tarot, y yo accedí. Barcelona, ayer, convulsa, deprimida y gris era el escenario donde todo se desarrollaba.

En clase, estudiamos las cartas del Diablo y la Torre. Fue una explicación tan rica, llena de matices y de referencias, que no me atrevo ni a repetirla. Sería como hacer una tela en Taiwan una copia de un tejido fallero del XVIII. Nada. Sólo quiero apuntar que el Tarot como medio adivinatorio es ridículo. Su verdadero poder está en ser un mapa perfecto. Es un trampolín para conocer, destruir y crear de nuevo. Por eso es tan incómodo. Ideal para la depresión norteamericana y una tarde gris en Barcelona.

No hay comentarios: