Desde pequeño, siempre he contado los años de curso escolar en curso escolar; al principio, de junio en junio; después, de septiembre en septiembre; para volver otra vez, desde que empecé a trabajar, a contarlos de San Juan en San Juan.
Ahora no voy a hacer un balance de este último año, ya lo hice justo antes de empezar a escribir este blog. Tampoco voy a hacer una lista de buenos propósitos; las listas demasiado largas no son muy efectivas. Lo que sí que he hecho esta última semana, ha sido intentar dejar todo claro y ordenado, para lo que tiene que venir, que no sé qué será, pero sí lo intuyo.
Los preparativos empezaron con el viaje a Valencia y el examen de catalán. El siguiente paso fue echarme las cartas, y no para ver mi futuro, sino para ordenar el presente. Ordenar, ordenar, ordenar. Y sigo ordenando, porque cuanto más ordeno, más oportunidades se presentan.
En dos semanas he comido, cenado o desayunado con casi todas las personas que me importan o me han importado. No lo había planeado, pero ha fluido de esa manera. Con algunos he hablado de cosas muy personales, con otros de tonterías y con otros, los menos, ni los he escuchado.
Ordenando y hablando, he visto claro cómo quería que fuese el año que entra. No me refiero a nada en concreto, pero sí a algo más profundo: sé cómo quiero ser y sentirme hasta el próximo verano. Es la primera vez que lo hago. Espero que funcione porque hasta ahora me había planteado objetivos del tipo quiero vivir aquí, trabajar allí, comprarme esto y acostarme con lo otro. Al menos este año, sé que será sorprendente, y espero que también emocionante.
Una vez hecho todo esto, el siguiente paso ha sido celebrarlo. Me puse un smocking azul tinta y pasé un día maravilloso junto a cuatro personas maravillosas: Jose María, Eva, Juan y Patricia. A ellos, y también a Oriol, les dedico All Night Long de Lionel Richie.
martes, 24 de junio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario