miércoles, 25 de junio de 2008

Lentejas Nottinghilleras

A mediodía, he tenido el honor de estrenar la cocina de La Casa de Carlitos y Patricia. La Casa es una boutique creativa (aunque ridículo, adoro ese concepto porque me recuerda a primero de carrera y, por lo tanto, a cómo yo concebía y prejuzgaba el mundo de la Publicidad), y en las boutiques no se cocina o, como diría algún publicista cursi, sólo se cocinan ideas; pero Carlitos y Patricia son así, muy de Madrid.

Cuando me invitaron no sé ni cómo acepté; bueno si lo sé, acepté porque me hizo mucha ilusión, tanta que me salté a la torera dos mandamientos básicos de la buena cocinera: nunca cocines en la cocina de otro y, jamás cocines para más de cuatro invitados. Pero eso nada importaba ya, ahora tenía que estrenar una cocina; la cocina de una boutique creativa; la cocina de una boutique creativa de unos tipos de Madrid en Barcelona. Sólo quedaba una salida, cocina de fusión, cocina de fusión cañí, cocina posh-cañí: ¡lentejas nottinghilleras!

En Londres, con muy poco dinero y una casa en Notting Hill, comprar comida en el mercado de Portobello Road fue lo único que pude hacer mi primer día libre de aquel año. Comprar comida y conocer a mi primer novio de aquel año... Compré berengenas y calabacines, aubergines and zuchinis, y un montón de especias; el chorizo se quedó en España, pero conseguí un bote de lentejas en Suárez (o Fenández) & Sons. Y aquella tarde fui el chico más feliz del mundo, free as a bird, libre como Carlitos y Patricia.

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