Llevo despierto en la cama desde las seis de la mañana, dando vueltas, dejando el tiempo correr. Hoy tengo que ir a Valencia. He perdido los nervios y dos trenes, hasta que mi padre me ha llamado y he tenido que concretar con él una hora de recogida en la estación. Hacía una semana que no hablaba con él y no coger el teléfono hubiera supuesto admitir mi derrota. La maleta está hecha desde ayer.
Cuando era pequeño, y ahora todavía en la piscina de mis padres, podía pasarme horas dando vueltas en círculo antes de bañarme. Sudaba y perdía los nervios, hasta que se hacía la hora de comer y no había más remedio que lanzarse. Después, era feliz.
A veces viajar es huir hacia adelante. Otras veces, es volver hacia atrás. No me gusta ni lo uno ni lo otro. Cuando huyes no resuelves nada. Cuando vuelves, te enfrentas a ti mismo, y nunca sabes cómo regresarás. Lo primero es prescindible, lo segundo, inevitable. En dos semanas empieza el verano. Esta vez, viajar es inevitable y, además, imprescindible.
jueves, 12 de junio de 2008
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