Hace siete años me robaron el bolso. Un chico no debe llevar bolso, pero hace siete años no lo tenía tan claro. Era jueves noche, y estábamos en un after. En el bolso llevaba la cartera, un perfume y mi móvil. Me di cuenta que no lo tenía cuando llegamos a casa. Ya era viernes por la mañana y seguíamos de fiesta.
Los que me robaron, empezaron a llamar desde mi teléfono a todas las chicas de mi agenda, diciendo que me tenían secuestrado y que, o les daban dinero, o me iban a hacer daño. Cuando contacté con ellos me amenazaron con hacerme algo terrible porque sabían donde vivía. Les denuncié, pero la policía no pudo hacer nada.
Los chicos malos dejaron de llamar a los dos días, pero yo me quedé transtornado. Tanto, que a los cinco días acabé robando un CD (ojo: un cedé, que no un Christian Dior), me pillaron, y el que acabé en un calabozo de Vía Augusta fui yo. Nunca en mi vida he sido tan vulnerable, he estado tan desprotegido, y me he sentido tan triste.
Hoy, que ya he solucionado todo el papeleo con las SS, y que he hablado con algunos amigos y con mis padres del accidente del fin de semana, he vuelto a casa y me he fumado el primer cigarrillo en días. No puedo evitar sentirme triste y desprotegido, desprotegido y triste.
El accidente podría haber sido mucho peor, al fin y al cabo no ha pasado de anecdótico, pero ha revelado lo vulnerable que soy. No es la primera vez que me siento así. Espero haber aprendido algo estos últimos siete años...
jueves, 5 de junio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario